Un barco pesquero y el imperio de drogas


| Por: Gearóid Ó Loingsigh |

 

Petro denunció en X (Antes Twitter) el asesinato dentro de aguas territoriales de Colombia de un ciudadano a manos de las fuerzas militares de los EE.UU. No fue la primera vez que Trump mandara asesinar a un civil, aunque es notorio que se hizo en territorio colombiano.

 

Se trata de Alejandro Carranza asesinado el 15 de septiembre. Su barco pesquero estaba a la deriva luego de una avería y Trump lo asesinó. Los EE.UU. también afirman sin fundamento que el 17 de octubre asesinaron a tres guerrilleros del ELN en otro ataque a una embarcación.[1] Petro debe tomar nota, pues a lo largo de su gobierno como parte de la presión sobre el ELN en el fallido proceso de paz, intentaba vincularlos al narcotráfico, y ahora, Trump “cree” en su palabra y la usa en su contra.

 

Frente al barco pesquero Petro dijo

 

La lancha atacada el 16 de septiembre era colombiana, tenía un motor arriba en señal de daño y estaba apagada, presumiblemente estaba en aguas colombianas, quien estaba allí era un pescador de toda la vida: Alejandro Carranza, que no ha vuelto a su casa.[2]

 

Petro anunció su intención de tomar medidas judiciales a nivel internacional, pero sus afirmaciones son tan creíbles como su propuesta de levantar a un ejército internacional para liberar a Palestina. De nuevo la situación requiere acciones contundentes en vez de palabras finas. Trump quiere invadir a Venezuela y autorizó a su escuadrón de la muerte, la CIA, a operar clandestinamente allí. Todavía no ha autorizado lo mismo en Colombia, pero no hace falta. Los EE.UU. tiene a su disposición siete bases militares que Petro no sólo permite funcionar sino quiere fortalecer la presencia militar norteamericana en el país.

 

Puede ser interesante entablar demandas legales contra Trump y el gobierno de los EE.UU. en general, pero aun en el caso de hacerlo, esas demandas demorarán su tiempo en dar frutos y no resuelven la situación actual. Cerrar las bases militares, en la coyuntura actual, no está libre de peligro, pues no se sabe cómo reaccionaría Trump. Pero lo que sí se sabe es que ceder ante sus presiones no es buena estrategia. No le ha funcionado a nadie, ni siquiera a la Unión Europea y ellos sí tienen mucho más poder económico y político que Colombia.

 

Así se puede demandar a Trump, por violación de la soberanía territorial de Colombia, por asesinato, por violación de las leyes del mar, pues un barco a la deriva debe ser rescatado no destruido. Pero hay acciones más contundentes. Puede comenzar con las acciones diplomáticas suaves, como citar al embajador de los EE.UU. y no malgastar tiempo en Twitter explicando cómo ha cumplido con las exigencias gringas en materia de drogas, ni como respeta a la decrépita cultura de los EE.UU. Tampoco debe malgastar tiempo evocando a Bolívar.  Bolívar dijo que los EE.UU. estaban destinados a plagar a América Latina de miserias y no se equivocó, pero evocarlo y no hacer nada es ponerse de rodillas.

 

EEUU, ha invadido el territorio nacional, con un misil disparado para matar a un pescador humilde, ha destruido su familia, sus hijos. Está es la Patria de Bolívar y están asesinando con bombas a sus hijos. EEUU ofendió el territorio nacional de Colombia y asesinó a un colombiano trabajador honesto. !Que se levante la espada de Bolívar.![3]

 

Petro tiene una fijación con la espada de Bolívar que sacó del museo para usar en su ceremonia de investidura como presidente. Pero esa espada era de un militar que derrotó a uno de los imperios más grandes del planeta en su momento: el español.  Toca levantarla de nuevo para vencerlos de nuevo.

 

Está bien que Petro hable bonito, pero las acciones bonitas son de otra clase. Cuando un gobierno extranjero mata a un ciudadano de los EE.UU. ellos reaccionan con represalias militares, económicas y diplomáticas. Colombia no tiene el mismo poder, obvio. Pero puede expulsar al embajador, cerrar las bases militares, revocar la visa para los mandos militares del Comando Sur de los EE.UU., suspender toda extradición hacía los EE.UU.

 

Dentro del país, no faltan los de la derecha rancia quienes apoyan a Trump y ven en él la posibilidad de un golpe o por lo menos un desgaste mayor de Petro y sus fuerzas políticas en las elecciones del año que viene. Entre ellas figura la periodista y aspirante presidencial Vicky Dávila quien mintió en Twitter:

 

Es cierto que Petro ha permitido el avance del narcotráfico en Colombia. Y les ha dado beneficios permanentes de libertad e impunidad, entre otros a estos criminales. Es obvio que ya Trump y el mundo lo saben.[4]

 

Lo que el mundo no sabe, quizás, y Dávila quiere que olvidemos es que su propia familia es de la peor calaña, escoria pura: narcotraficantes y asesinos. Su suegro Lucas Gnecco, ex gobernador de Cesar fue condenado por corrupción. Pero la familia Gnecco también está vinculada a toda clase de delitos como lavado de activos, asesinatos y paramilitarismo. Con toda seguridad se escuchará su voz una y otra vez frente a la cuestión de las drogas. La derecha colombiana es tan podrida y permeada por el delito y el narcotráfico como la venezolana. Otros políticos vinculados al sector ganadero, uno de los promotores principales del paramilitarismo en varias regiones del país también salió a condenar a Petro.

 

Bolívar no desenfundó su espada para hablar bonito ni quedarse en discursos, sino para pelear.  Trump ya dijo claramente que está dispuesto a invadir a Colombia para según él cerrar los campos de exterminio, es decir los campos de coca, y agregó que no lo hará de buena manera.[5]

 

¿A qué espera Petro? Por desgracia Petro cree todavía en el sistema internacional y el iluso cree que basta mostrar su habilidad como orador sin tomar medidas concretas ni buscar aliados. Mientras tanto la derecha colombiana se prepara y como los escuálidos de Venezuela esperan que Trump le dé un golpe.

 

 

 


 

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